Nota: Interrumpo las clasificaciones electorales esta semana, para proveer un análisis post-convención del Partido Nuevo Progresista. La semana que viene resumo con las clasificaciones.

Hay algo que los aspirantes a candidaturas y analistas políticos tradicionales de Puerto Rico no acaban de entender: las estrategias del pasado no necesariamente funcionan en el presente. Este es el caso con lo que está ocurriendo dentro del Partido Nuevo Progresista y su inevitable desenlace en una primaria entre el Comisionado Residente, Pedro R. Pierluisi y el joven Ricardo Rosselló.

El consenso entre algunos analistas políticos es que Rosselló aventaja a Pierluisi y debe resultar vencedor en una elección entre ambos, basándose en que entre la base de su partido, el llamado “corazón del rollo” o “hardcore”, los “rossellistas” superan a los “pierluisistas” (básicamente el mismo grupo constituido anteriormente por los pesqueristas y fortuñistas). Si bien es cierto que ese puede ser el caso, no es menos cierto que el “corazón del rollo” del Partido Nuevo Progresista no supera las 20,000 personas. Si no me creen, pregúntenle al pasado Comisionado Electoral del PNP, Ramón Bauzá, que todavía está esperando a esos electores para su pronosticada victoria de Pedro Rosselló por el método “write-in” en las Elecciones Generales de 2008.

Teniendo el PNP un electorado estable de 920,000 electores, entonces hay que preguntarse, ¿se siente el resto de los 900,000 novoprogresistas de la misma manera que ese “corazón del rollo” de 20,000 personas? La contestación es que no.

Los políticos activos y los analistas que los analizan, no acaban de darse cuenta que el Puerto Rico de 2014 no es el Puerto Rico de 1940 al 2000, donde era suficiente con dar la impresión de que estabas al frente, para que los demás se echaran a un lado y te dejaran el paso libre. Este es un Puerto Rico distinto, donde la mayoría de las personas poco interés tienen en asistir a un “mitin”, una asamblea, un “rally” o una caravana. Este Puerto Rico es uno donde es mucho más importante tener el mejor anuncio publicitario en la televisión que llenar un coliseo de 15,000 personas. Estamos en la era de la tecnología y de las redes sociales. Atrás quedaron los tiempos donde reunias 6,000 personas en un estacionamiento y le vendias al público que llevaste un maremagno apoteósico de 100,000 personas. Ahora tienes personas, como el pasado Presidente del Senado, Kenneth McClintock, que en menos de diez minutos, buscan en Google Maps y sacando los pies cuadrados del lugar de la actividad, desmiente la cifra de personas que alegas que fue a la misma. De hecho, a veces hasta los propios políticos son tan torpes en poner fotos de sus actividades donde se demuestra que están vacias y apenas participaron las llamadas avanzadas. Nada de eso los políticos y sus analistas lo entienden.

Ese precisamente es el problema que tiene la campaña de Rosselló y de los analistas que muy prematuramente sentencian la muerte política de Pierluisi.

Para los que saben de política y son honestos con sí mismos y con su público, el libreto que sigue la campaña de Rosselló es reciclado y muy fácil de anticipar. ¿Cuál es la estrategia? Sencilla: “vamos a hacerle a Pierluisi lo mismo que le hizo Carlos Romero a Luis Ferré, Pedro Rosselló a Romero y Carlos Pesquera a Leo Díaz, vamos a presionarlo e intimidarlo con fanfarrias y griterías, hasta que se salga del camino; vamos a usar los comités municipales para boicotear las actividades de recaudación del fondos y dejar al partido sin dinero; vamos a meternos en las actividades que haga y lo abucheamos y gritamos hasta que no pueda hablar; vamos a dar la impresión de que tenemos más alcaldes y legisladores para crea que no tiene el apoyo de los líderes.” Esa es la estrategia, de manera resumida.

Los partidarios de Rosselló están siguiendo el libreto al pie de la letra. No han vacilado en ponerlo en práctica en todo momento. Eso sí, se dieron con una piedra que los tiene rascándose la cabeza. Esta vez el libreto no le ha funcionado como le funcionó a Romero en 1974, a Rosselló en 1991 y a Pesquera en 2001. Pierluisi, al parecer muy estudioso de la historia, decidió no condenarse a repetirla. Se repasó el libreto y ha sido muy cuidadoso de no caer en las trampas usadas en el pasado. La rabia de los “rossellistas” es evidente. No les dio el gusto en la pasada Asamblea General, al recibir a Rosselló de una manera tan cortes, que los abucheos y gritos preparados se disiparon. Tampoco les dio el gusto con las actividades de recaudación de fondos, que han seguido viento en popa. Ni les dio el gusto con el “box score” de presidentes municipales, legisladores y alcaldes, ya que Pierluisi fue muy juicioso en sus respaldos públicos y terminó con los que importan para ganar una primaria. Ayer, tampoco les dio el gusto de medir fuerzas, como era el deseo de los “rossellistas”. Utilizando argumentos reglamentariamente válidos, celebró una Junta Estatal en sustitución de otra Asamblea General, y le negó a los seguidores de Rosselló sus abucheos e improperios. Éstos se tuvieron que conformar con participar en una actividad, donde por cierto destruyeron propiedad privada, en la que Pierluisi optó por retirarse para evitar confrontaciones. A cada oportunidad, Pierluisi ha esquivado caer en las trampas dictadas por el libreto golpista.

Si Pierluisi resiste y no cede ante las presiones e intimidaciones del bando “rossellista”, no le va a ser tan fácil a Rosselló derrotarlo en primarias. Esos 900,000 electores novoprogresistas no están participando en las actividades del partido. Están muy tranquilos en sus casas, bregando con sus vidas. Lo que sí es que están muy atentos a los que hacen los 20,000 “hardcorosos”, no para imitarlos, si no para ver la madera y el liderazgo de Rosselló sobre ese grupo. Hasta ahora, a mí no me ha demostrado ninguno. Rosselló no tiene participación alguna en el debate público diario de los problemas que asedian a Puerto Rico, más allá de participar una o dos veces en semana de un programa radial donde todos los panelistas pertenecen a su equipo de campaña y cuyo fin es fiscalizar a su propio partido. Muchas personas de esas 900,000 tienen una preocupación válida con Rosselló y es que lo ven como otra Sila Calderón u otro Alejandro García Padilla; un candidato que representa más a lo que se opone que a lo que propone. Dudo que en el 2016, el Partido Nuevo Progresista necesite un candidato de esa estirpe para competir con el agonizante Partido Popular Democrático.

Para nada quiero insinuar que Pierluisi tiene la primaria gana, porque esto es Puerto Rico y en Puerto Rico cualquier cosa puede pasar. Sí hay que admitir que Pierluisi tiene una gran ventaja y es que tiene sagacidad y eso es muy importante en la política puertorriqueña. Eso es lo que no entienden los analistas. Este es el 2014 no es 1974, ni 1991, ni 2001.